Cuesta producir – Por José Toledo Ordóñez – 26 de agosto de 1997
Columna Cimientos – Redactado para páginas editoriales de Prensa Libre
A principios de los años setenta los bancos cobraban 6% de interés y los usureros 12; el costo de la tierra era barato; usted podía hacer un préstamo, alquilar el terreno y vivir de su negocio. Lo anterior es historia; la situación ha cambiado drásticamente.
Supongamos que usted quiere abrir un negocio y hace un proyecto. Los requisitos legales que tendrá que cumplir son un calvario. Pronto se dará cuenta de que buena parte de las ganancias se irá en alquileres, cuyo precio es más caro que en la principales ciudades de los Estados Unidos. Si tiene que hacer un préstamo (como es usual) los intereses se comerán otra parte importante de sus ganancias. El gobierno se llevará el resto al cobrarle el impuesto sobre la renta. Luego se topará con que no consigue teléfono. Probablemente la empresa eléctrica le diga que por problemas tarifarios no tiene fondos y usted tiene que pagar una subestación para obtener el servicio. Tendrá que comprar un carro robusto porque el camino hacia su negocio no está asfaltado. Luego tendrá que abrir un pozo porque el agua solamente cae dos hora al día. Tendrá que competir con contrabandistas. El Código de Trabajo lo obliga a pagar casi un quetzal de prestaciones por cada quetzal de salario directo. No hay reglas claras del juego; las leyes fiscales con cambiadas cada dos años. Existe un clima de violencia.
Si además de todos estos problemas usted tiene que vivir de su negocio ya quebró antes de comenzar. Su empresa podrá tener muchas ventajas comparativas tales como mano de obra calificada, bajo costo de materias primas, posición geográfica estratégica, etcétera. Pero los costos comparativos como los que mencionamos anteriormente estarán completamente fuera de su control.
La falta de equidad en el régimen impositivo desalienta la inversión. La actividad más castigada es la producción con 30% de Impuesto Sobre la Renta. La inversión financiera solamente paga 10%. El impuesto sobre bienes inmuebles es insignificante por falta de operatividad. La concentración de servicios públicos hace subir el precio de los pocos terrenos que tienen acceso a ellos; la falta de confianza en la economía convierte a los bienes raíces en un refugio contra la devaluación; el resultado es que el precio de la tierra y de los alquileres ha subido exageradamente. La inversión se concentra en actividades financieras (papel) y en tierra en detrimento de la inversión productiva. La política de estabilización del Banco de Guatemala ha hecho dispararse las tasas de interés; esta institución se gasta casi mil millones de quetzales al año susidiando el cambio del dólar para que las personas adineradas puedan comprar bienes importados más baratos. El oligopolio de las líneas aéreas ha hecho subir las tarifas en detrimento del turismo. Existe un vacío de seguridad. Se ha replegado al ejército aceleradamente a los cuarteles cuando todavía no se ha formado un cuerpo de seguridad civil capaz de sustituirlo. Acciones como la usurpación de tierras nos hacen caer en la anarquía. El organismo judicial no funciona.
Pero no todo está perdido; el actual Gobierno ha logrado mejoras importantes. Ha habido acciones correctivas en aduanas. Se firmó la paz. Nuestra imagen en el exterior mejora. Varios servicios públicos están en proceso de privatización. La tasa de interés ponderada bajó en 6 meses de 25% a 18%. La tasa de inflación interanual es de 8%. Las reformas al Impuesto Sobre la Renta contienen una reducción gradual de la tasa de 30 a 25%. El índice de electrificación subió notablemente. Las carreteras están mejor que nunca. Sin embargo, falta mucho por hacer. Bajo las actuales circunstancias solamente el que tiene el dinero en la mano y es dueño de la tierra puede producir. El país está diseñado para no producir o bien para que solamente los ricos puedan hacerlo.