Retrospectiva de escultura urbana de Pepo Toledo Caos y orden
29 Junio 2014El mundo se encuentra convulsionado. No importa si lo vemos desde un punto de vista económico, político o social, atraviesa por situaciones difíciles.
A esto añadamos preguntas fundamentales que se hace el ser humano: ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Es el Universo un sistema sostenible? ¿Puede el orden surgir del caos?
La dualidad orden caos ha sido fundamental para explicar el origen del universo en todas las mitologías y religiones, en la filosofía y en la ciencias.
En el cristianismo el orden de Dios está precedido por el caos que Él mismo ha permitido. La Biblia comienza hablando de la creación con estos dos versículos: «1En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1: 1 -2, Reina-Valera 1960).
Un sistema es un conjunto de elementos relacionados entre sí. El cambio de uno de ellos afecta al conjunto. Las propiedades del sistema no pueden explicarse en términos de cada uno de sus elementos por separado. Cada uno de ellos está relacionado en forma directa o indirecta.
El pensamiento sistémico estudia las relaciones de un todo en todo, la capacidad de comprender las interacciones entre los componentes de un sistema.
En los sistemas dinámicos existen elementos que permiten movimiento repetitivo, en ocasiones geométricamente establecido, llamados atractores. Éstos se encargan de que las posibles variables se mantengan en la trayectoria establecida haciendo el sistema sostenible.
Los sistemas caóticos se asocian a los atractores extraños. A diferencia de los atractores clásicos, tienen estructura fractal (no entera) en todas las escalas y su dinámica es caótica. La metáfora meteorológica de Edward Lorenz (1996) se refiere al efecto mariposa: el aleteo de sus alas en un continente puede provocar un tsunami al otro lado del océano.
Para los científicos el caos es una sobredosis de orden y no la ausencia del mismo. Sus principios son el azar, lo impredecible, la no linealidad. Son bastante comunes y se encuentran en la naturaleza y en la misma sociedad. En el cristianismo el azar no existe, sólo la perfecta voluntad Dios que está en control hasta de las más insignificantes situaciones. No existen casualidades, sólo «diosidades».
Al llegar a un punto caótico de falta de equilibrio los sistemas tienen la capacidad de regenerarse en un nuevo orden.
El orden se desintegra en caos y el caos constituye el orden ya que surge de los sistemas ordenados. El caos hace posible el orden. Lejos de ser su opuesto, lo precede. El casos es lo vacío, lo desordenado. Es la ausencia de forma y al mismo tiempo el medio donde se da la creación de la forma. El caos impulsa un sistema a un tipo de orden más complejo.
Al llegar a un punto caótico de falta de equilibrio los sistemas tienen la capacidad de renovarse en un nuevo orden.
Rudolf Emmanuel Clausius nos dice que la mente humana trata de comprender por medio del orden. Una pintura parece ordenada si el que la observa encuentra en ella una estructura organizada en forma y color. El arte se trata de establecer el orden, la armonía, la proporción. Muchos artistas contemporáneos desprecian la belleza porque ha llegado a representar una perfección vacía de contenido. Esto no justifica que hagan lo contrario: decir que la parte conceptual de la obra prevalece sobre la realización material de la misma, al punto de negarla y pretender que la belleza está superada.
El retorno a la armonía y un orden mínimo esencial es vital para rescatar al mundo de la confusión en que se encuentra, según Clausius. El arte juega un papel muy importante a favor y en contra. Los desadaptados van en contra de las instituciones y leyes sociales políticas, estéticas, religiosas y morales. Proponen una nueva moralidad basada en la inmoralidad. El arte debe llevar caos al orden porque el orden en sí se ha vuelto caótico.
Mi exposición insignia Esculturas peligrosas es portadora de un llamamiento a un nuevo estado de conciencia, –Creacionismo– donde condeno los excesos del arte contemporáneo y propongo la vuelta del arte a la estética, aunada a la verdad y los valores morales: Llevar por medio del arte el orden al caos. La he presentado en lugares como el Museo José Luis Cuevas y el Museo Diego Rivera en México, la Galería de Arte del International Development Bank (IDB), Washingon D.C., la Galería de Exhibiciones del Palais des Nations, en Ginebra, Suiza, la Mansión de América Latina en París, el Ayuntamiento de Wassenaar en el área de La Haya, y el palacio Duin & Kruidberg en el área de Amsterdam, ambos en Holanda
Con mis esculturas pretendo poner un grano de arena en esa batalla de formas en constante cambio, frágil estabilidad y continua transición hacia nuevas formas: el universo visto en el transcurso del tiempo, el caos y el orden.
Mis creaciones tienen como tema predominante la composición. Entendemos por ello a la visión intuitiva y sensibilidad para organizar forma y color de acuerdo a la época. Cada obra está basada en principios de composición utilizados a través de la historia. Ejemplos: La composición triangular del renacimiento. La composición dinámica de Rubens; diagonales, espirales, curvas, contra curvas, fuerzas y ritmos contrapuestos, inestabilidad. La típica composición barroca formada por diagonales; recurso compositivo de tal fuerza que muchas veces sustituye a la perspectiva por la sensación de profundidad que se crea al cruzar diagonales de un lado a otro del lienzo. Los puntos de fuga, producto de las anteriores, se proyectan desarrollando la obra en la infinidad del espacio.
Con mi serie escultórica «Abstracciones neurológicas» represento la tensión que existe entre orden y caos en nuestra sociedad. Las obras son aparentemente caóticas. Sin embargo, están estructuradas en principios sólidos de composición producto de diferentes etapas del arte.
La prueba de fuego para demostrar que una obra tiene una composición estructurada es girarla en diferentes posiciones: de cabeza, hacia el lado derecho y hacia el lado izquierdo. En cada caso la obra debe parecer una nueva que se sostiene por sí misma, ejemplificando así el orden en el caos.