Nación, cultura y protección – Por José Toledo Ordóñez
Redactado para páginas editoriales de Prensa Libre – 15 de junio de 1997
La Ley para la Protección del Patrimonio Cultural de la Nación es sin duda la más controversial de las promulgadas en este país en los últimos meses. La gran cantidad de los comentarios que ha generado me motiva a revisar brevemente los conceptos básicos para contribuir a formar opinión.
Para comenzar conviene señalar que normalmente utilizamos el término nación como sinónimo de Estado cuando en realidad no lo es. Estado es una organización política mientras que nación es un conjunto de personas con tradiciones y costumbres semejantes que no siempre viven en el mismo territorio de un Estado; puede haber una nación en varios Estados o viceversa. El patrimonio nacional está formado por la totalidad de los bienes de una nación.
La palabra cultura en sentido subjetivo se refiere a la acción y efectos de cultivar el cuerpo y el espíritu; en sentido objetivo cultura se define como todo lo que es hecho o transformado por el hombre; en otras palabras, todo lo que no es natural. Se manifiesta en el lenguaje, la literatura, el arte, la ciencia, la moral, la sociedad, el Estado, etc. Cada nación y cada época histórica ha tenido su propia cultura.
Antes de seguir adelante es conveniente que hagamos un poco de historia de las artes plásticas. Durante la Edad Media los objetos artísticos estaban en manos de nobles y señores feudales que muchas veces se apoderaban de ellos por medio del saqueo en las guerras de conquista. Durante el Renacimiento nobles y prelados de la Iglesia se convierten en mecenas en beneficio de sus colecciones personales. Con el tiempo el poder pasa a manos del Estado y después de la Revolución Francesa prevalece el espíritu democrático. Los museos dejan de ser colecciones de obras artísticas privadas y se convierten en patrimonio de los pueblos, que es la forma en que hoy los conocemos. El arte deja de hacerse por encargo y se comienza a comercializar por intermediarios tales como las galerías. Con la caída de Napoleón en 1813 surgen las nacionalidades europeas y con ellas el concepto de nacionalización del arte. En el siglo XVI nace el mercantilismo el cual se basa en una fuerte intervención económica del Estado; algunos de los sistemas adoptados fueron el restriccionismo y el proteccionismo; el arte no fue la excepción.
Decir que vamos a proteger el patrimonio cultural nacional es tan amplio como decir que vamos a proteger todas las cosas de una nación hechas por el hombre. Un ejemplo de protección lo son las patentes que protegen los inventos como propiedad privada y de la nación. Otro ejemplo lo son los derechos de autor que protegen a las obras escritas, ya sea de ciencia o de ficción. En ambos ejemplos la protección se justifica ya que si el inventor o autor no puede gozar del fruto de su trabajo va a estar poco motivado a realizarlo; esta protección se concede por un plazo determinado después del cual el uso de la obra o invento es libre.
En el caso de las artes plásticas en todas sus formas es donde surgen las mayores controversias. Las propuestas van desde la nacionalización y la confiscación hasta la libertad y el respeto a la propiedad privada. La mayoría de países desarrollados tiene legislación al respecto y controlan el comercio y la tenencia; cabe decir que tienen capacidad para hacerlo; esto no quiere decir necesariamente que nosotros tenemos que hacer lo mismo. Copiar leyes de otros países sin considerar la situación y las condiciones locales generalmente conduce a la letra muerta; sucede lo mismo cuando se quiere hacer una ley excesivamente amplia. La semana pasada en esta columna emití opinión respecto a la nueva ley; espero haber contribuido hoy a que el lector se forme la propia.