Entrevista El Periodico por Luis Aceituno

By admin 4 años ago
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Pepo Toledo: “Es tiempo para reflexionar, para crear, para innovar, para aprender” En el año 2010, José Toledo Ordóñez (Pepo), luego de una trayectoria en la ingeniería mecánica, el mundo empresarial, la gestión pública y la promoción del arte, comenzó como él mismo lo define a “sacar lo que llevaba adentro”. Así inició una exitosa carrera de escultor, que lo ha llevado a realizar 51 exposiciones individuales y 37 esculturas públicas en lugares como Ginebra, París, La Haya, Ámsterdam y Guatemala, entre otros. En su trabajo busca explorar la relación entre arte, espacio y energía.

 

Cuál ha sido tu búsqueda esencial en estos diez años de trayectoria en el arte?

– Explorar la relación entre arte, espacio y energía. Esto lo he realizado por medio de tres conceptos básicos. Primero, parto de un proceso de evolución de la estética de la masa hacia la estética de líneas y planos. Trabajo principalmente con lámina haciendo esbozos en el espacio. Utilizo la cantidad de masa imprescindible para expresar las figuras. Segundo, reflejar el tránsito entre energía prisionera y energía liberada. Tercero, representar el paso del orden al caos y viceversa. Estos conceptos aparentan ser antagónicos, pero en el tiempo son la fuente de juventud del universo.

¿Seguís llamando a un Nuevo Estado de Conciencia?

– Afirmativo. La primera vez que hice el llamamiento a un Nuevo Estado de Conciencia coincidió con mi primera exposición internacional en el Museo José Luis Cuevas en la Ciudad de México. El propio maestro Cuevas inauguró la muestra. Quedó como anillo al dedo, pues es un artista que con su dibujo rico en bestiales muecas expone el alma de las personas y capta con estética la angustia del hombre y la degradación de la raza humana. La lucha en que estamos empeñados por condenar los excesos del arte contemporáneo y proponer la vuelta del arte a la ética y estética no pierde vigencia.

Hablemos de tu tío, Mario Monteforte Toledo, supongo que fue una influencia definitiva en tu acercamiento al arte. – Tu sospecha es cierta. Monteforte Toledo vuelve de su tercer y último exilio en 1986. Impacta en el ámbito cultural y en él confluyen literatos, músicos y por supuesto artistas visuales, de quienes en su mayor parte tuve el privilegio de gozar de su amistad. También frecuentaban a Monteforte importantes actores de la geopolítica. Interminables discusiones con estos personajes enriquecieron mi vida en muchas facetas. En 1998 conformamos la Fundación Mario Monteforte Toledo con la intención de dar un Premio Centroamericano de Literatura. Entre los fundadores está Chepe Zamora, a quien Monteforte quiso muchísimo. Posteriormente incursionamos en el cine con la producción de la película sobre la novela homónima de Monteforte Donde acaban los caminos. Monteforte murió a mitad del proceso. Tuve que hacerme cargo y terminar la producción. Esta afortunada innovación nos condujo a una etapa de promoción del arte donde registramos en la historia por medio de libros y documentales al propio Monteforte, a Maco Quiroa, Efraín Recinos, Carlos Mérida, Manolo Gallardo, Arnulfo Tobar, Danny Schafer y otros.

 

¿Cuáles serían otras influencias particulares?

– Efraín Recinos, con quien tuvimos una entrañable amistad. Con él, Monteforte y su grupo establecimos los jueves culturales. Almorzamos juntos por más de veinte años, la mayor parte de las veces en el restaurante La Mezquita en el Centro Histórico. Yo le llamaba el Extraterrestre. Irradiaba cordialidad. Nunca hablaba mal de nadie. Siempre estaba dispuesto a ayudar a alguien. Era solitario y tenía una memoria prodigiosa. Convirtió la ciudad de Guatemala en un museo vivo de su obra. Expuso con valentía temas sociales en época de represión. Estudió a fondo a los grandes maestros. Los respetaba, pero a su vez los desafiaba. Cada cuadro suyo era un experimento. Los comenzaba en negro y luego surgía el caos en formas abstractas de mucho colorido donde se adivinaba toda clase de figuras. Sobre esta base colocaba formas arquitectoides que continuamente le faltaban el respeto a la geometría, como si fuese un Gaudí nacido en el futuro. Su genialidad, su calidad humana y ese insustituible toque de locura fueron una gran influencia para mí. En la parte técnica, me enseñó a hacer sus originales texturas.

 

¿En qué momento decidís asumir plenamente tu vocación artística? ¿Por qué?

– Estuve involucrado con el arte de una u otra forma desde joven. Pintaba los fines de semana. Hace diez años ocurrió una disrupción, un punto de inflexión en mi vida. Ya era conocido como promotor de arte. Fue entonces que a los 58 años tomé la decisión de hacer esculturas. Porque de eso se trata, de tomar una decisión. Otro muy querido amigo, Jorge Castañeda, fue el anfitrión de mi primera exposición en el Hotel Museo Casa Santo Domingo, el 3 de julio de 2010. Efraín Recinos me presentó ante el público. Desde entonces, gracias a Dios, fue algo explosivo. 57 exposiciones individuales, 38 esculturas públicas y más de una decena de eventos especiales en lugares como París, Ginebra, Bavaria, La Haya, Ámsterdam, Washington D.C., Arkansas, Austin Texas, Ciudad de México, Tuxtla Gutiérrez, Tapachula y San José de Costa Rica.

 

¿Cuál sería el concepto que rige tus esculturas urbanas?

– Con mi escultura pretendo poner un grano de arena en esa batalla de formas en constante cambio, en frágil estabilidad y en continua transición hacia nuevas formas: el universo visto en el transcurso del tiempo. No busco la monumentalidad de las piezas por sus grandes proporciones sino por la energía que liberan y la espiritualidad que emana de ellas.

 

¿Cómo sacamos el arte a la calle?

– Extrayéndolo de los museos para revelarlo en las calles y plazas. Conjugándolo con arquitectura, como lo hicieron los grandes personajes artífices del Centro Cívico. Romper arquetipos, expresarse en grandes proporciones. Arte para el pueblo, donde las personas puedan tocar las obras e interactuar con ellas.

 

¿Cómo has vivido el confinamiento? ¿Ha cambiado tu relación con el arte?

– Las exposiciones y reuniones se siguen dando en forma virtual, al igual que en otras actividades. El arte ético y estético en todas sus manifestaciones es un bálsamo al espíritu para personas confinadas y amarradas de manos para producir bajo la amenaza de un enemigo invisible. Las riquezas pierden sentido. Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia de la humanidad. Tiempo para reflexionar, para crear, para innovar, para aprender. A futuro, nuevas formas de trabajar, nuevas formas de convivir. Para los que confiamos en Dios, de las cosas buenas nos alegramos y de las cosas malas salen cosas buenas. Es un momento propicio para un cambio de valores. El reto en la geopolítica es impedir que la cultura de miedo y autoritarismo se establezca y produzca una generación de niños y jóvenes autómatas programados para obedecer ciegamente a gobiernos dictatoriales.

 

¿Qué viene para el futuro?

– Más esculturas públicas. En Guatemala, proyectos institucionales con la Universidad de San Carlos. En lo privado, el edificio Museo San Mateo. En el plano internacional, continuar con el proyecto del Ángel de la paz, portador de un mensaje de concordia de Guatemala a diferentes capitales del mundo. Espero instalar el próximo en Israel. En Estados Unidos y México tengo proyectos que aún no han cuajado. Por el otro lado, cuando comencé a hacer escultura dejé por un lado la pintura. En el año 2017 cuando lancé mi serie Pepoglifos volví a pintar. Pienso dedicarle un poco más de tiempo a esta actividad.

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