El rey desnudo

por José Toledo Ordóñez    19AG14

El rey desnudo de Andersen es un cuento donde un monarca cae en manos de dos pícaros que le ofrecen elaborar un traje fantástico, invisible para los estúpidos. La gente del pueblo se enteró y esperaban verlo.   El rey salió a la calle desnudo y fue el primero en no admitir que era un real estúpido que no podía ver el traje. Nadie se atrevió a decir nada, hasta que un niño exclamó: «¡El rey va desnudo!».  Esta expresión se usa hoy como metáfora para referirse a cómo se ve la verdad con ojos inocentes.

Existen grupos de poder dogmatizando sobre lo contrario a lo obvio para defender sus intereses.  A la gran mayoría de la gente le disgusta la mayor parte del arte contemporáneo. Cuando un espectador en una bienal dice «esa obra es repugnante» o «no la entiendo» corre peligro de ser tratado como el estúpido que no pudo ver el traje del rey. Esta es la forma más elemental de manipular el mercado del arte contemporáneo.  Se usan otras más sofisticadas.

Cómo explicar los cuadros a una liebre muerta es un performance que  Joseph Beuys hizo en una galería de Düsseldorf en 1965.  Se untó la cara con miel y pan de oro y se paseó adentro llevando en sus brazos una liebre muerta.  Alguien preguntó: “¿Por qué le explica los cuadros a una liebre muerta?”. Beuys respondió: «Porque lo va a entender mejor, porque sois como los perros domesticados que mueven el rabo para saludar al que les da de comer. Porque os reís y me insultáis, incapaces de ver vuestra propia babeante estupidez. Vuestra vida anodina, tan lejos de lo bello. Vuestra vida de perros. Jamás podréis llegar a ser como una liebre muerta. Porque no sois capaces de ver que la obra de arte es la liebre, mi susurro, mi cojera y vosotros mirando».

El artículo de Haroldo Rodas publicado en el Diario de Centroamérica el 4 de julio de 2014, comienza así: «El arte no es para todos, cuando solo se piensa en él como un objeto que se compra o se vende», este es el lema de la Bienal de Arte Paiz, cuyo objetivo central era pensar el arte, lo cual limita con posibilidades académicas la apreciación del mismo, tornándolo como un efecto donde su visualización exige una formación firme de una visión del color, forma y expresión.  Desde luego en ello está en juego la visión de los curadores”. Entre ellos menciona a Rosina Cazali.

Dos días después, Cazali  escribió en su columna de El Periódico: “Este ensayo, cuyo título toma como referencia la performance de Joseph Beuys «Cómo explicar el arte a una liebre muerta» y cuyas premisas parten de la 19 Bienal de Arte Paiz, se pregunta, entre otras cosas, qué significa ser un artista contemporáneo en Guatemala.»

Me preocupa más saber qué significa ser parte del público en Guatemala. La libertad de expresión, en este caso en el arte, es un derecho fundamental del ser humano que tiene como límite cuando entra en conflicto con el derecho ajeno, en este caso a ser tratado como estúpido. El público merece respeto.

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