El Pastel por José Toledo Ordóñez
Prensa Libre, Opinión, columna Cimientos 15JL1996
El mercantilismo es un sistema económico que floreció en Europa entre los siglos XVl y XVlI, proponiendo la obtención de superávit comerciales como símbolo de potencial económico y la acumulación de metales preciosos como símbolo de riqueza nacional. Se parece al capitalismo porque permite la propiedad privada Se parece al socialismo porque se basa en la intervención del gobierno en todas las actividades del país. Las herramientas del mercantilismo son proteccionismo, restriccionismo, subsidios a la industria, estímulos a las exportaciones, barreras a las importaciones, etcétera. En Guatemala, a partir de la conquista vivimos una economía eminentemente mercantilista que se caracteriza por la búsqueda de privilegios, El que diga que tenemos un régimen
liberalista no sabe de lo que está hablando.
Un privilegio da a unos ciudadanos lo que le prohíbe a otros Obliga al público a pagar por el costo de que un pequeño grupo se enriquezca. Los privilegios son leyes privadas hechas con dedicatoria. Leyes que atentan contra los más elementales derechos de los ciudadanos. Nos conducen a un régimen de legalidad que dista mucho de ser un régimen de derecho
El problema es comparable al de dos luchadores en el ring: uno es técnico y el otro rudo. El técnico compite en desventaja y tiene que hacer un esfuerzo mayor para ganar. El público lo aplaude como un héroe. De la misma forma deberíamos ver a los empresarios que compiten en desventaja contra los que han logrado privilegios: como verdaderos héroes.
Los diferentes grupos de poder miran al país como un gran pastel del cual tratan de lograr una tajada cada vez más grande. Haciendo un poco de historia, en época de la colonia el pastel se dividía principalmente entre la iglesia y la Corona.
La Iglesia era el mayor terrateniente y la mayor empresa bancaria y financiera La monarquía estaba relativamente empobrecida. Esta situación cambió durante la Revolución Liberal 1871 cuando el gobierno de Justo Rufino Barrios confiscó los bienes de la Iglesia.
Actualmente entre los grupos favorecidos con la mayor parte del pastel tenemos a los políticos. al ejército, a los sindicatos, a la Universidad de San Carlos y a los empresarios. El público siempre tiene la tajada más pequeña. A veces hay divergencias adentro de estos grupos La tajada de los empresarios, por ejemplo, se la disputan agricultores, industriales y comerciantes, muchas veces con intereses encontrados.
En Centroamérica, siguiendo recetas de la CEPAL, los gobiernos emprendieron hace 30 años un programa de sustitución de importaciones que consistía básicamente en un régimen de aranceles y licencias de importación. Con o sin intención el resultado fue Ia proliferación de privilegios a costillas del público. Actualmente tenemos privilegios de muchas clases:
– Impuestos de importación, conocidos como barreras arancelarias.
– Barreras no arancelarias, que consisten en cuotas para la importación de arroz, maíz, harina como las llamadas Fito zoosanitarias.
– Monopolios tales como el principio de concentración de divisas en el Banco de Guatemala, la ubicación de las gasolineras, la ubicación de las farmacias, las listas de expertos precalificados, GUATEL, etc.
– Licencias para rutas de buses, taxis, pesca marítima, exportación de café, explotación de madera, etc.
– Subsidios para el transporte público urbano, la electricidad, el agua y otros. Por cierto, que los subsidios los paga todo ciudadano por igual: el que obtiene y el que no obtiene estos servicios; el rico y el pobre,
– Privilegios específicos como lo son el presupuesto de la Universidad de San Carlos, los artistas nacionales (Ley de Espectáculos Públicos), las agencias de publicidad nacionales (Ley de Radio—difusión), los timbres profesionales y prestaciones excesivas en el Banco de Guatemala, la Universidad de San Carlos, el IGSS y la Municipalidad.
– Privilegios informales como el cuello de que gozan muchos funcionarios de gobierno, el tráfico de influencias y los letreros de no estacionar en las calles.
En resumen, nos hemos dedicado a premiar la mediocridad y no la eficiencia. EI Gobierno y el Congreso deben dedicarse ahora a suprimir los privilegios que durante tantos años han concedido, La promesa del presidente Arzú en este sentido es alentadora. A nivel micro todos los empresarios deben competir bajo las mismas reglas. En un verdadero sistema de mercado la única seguridad que debe tener el empresario es que todos los días tiene que salir a la calle a ganarse al consumidor. A nivel macro debemos permitir que el mercado internacional nos diga cuáles son nuestras ventajas competitivas como nación.