No hace mucho listé el trabajo escultórico de José (Pepo) Toledo dentro de un espectro de autores cuyos orígenes arrancan en el año 1884 y culminan en el presente. Protagonistas todos que, a lo largo de un amplio lapso de acción, entregaron estafetas a las nuevas generaciones, que terminarían haciendo eco desde los aportes vertidos a su momento. De allí que, en un país sin memoria, alcanzaron a quedar registrados en distintos medios que algún día los llevará a la luz que merecen.
José Toledo es un artista importante porque su creación lo es. La formación que le lleva a sacar derivaciones finales es una mezcla de conocimiento de la materia con la que se manifiesta, su experiencia como coleccionista, los recursos a su disposición, madurez y un tesón natural en él. Amalgama que redunda en una obra sui géneris, bien fundamentada y que, rápidamente, está tomando presencia a nivel internacional.
La serie de los bosques urbanos de Toledo se nutre de múltiples referencias. La primera de ellas es en esencia su propia nacionalidad y el rico entorno natural que rebosa en toda la república y en sus propias ciudades. La capital de Guatemala, la Antigua o Cobán, son exuberantes sugerencias en sí mismas. Su relación con el hierro industrial, su manipulación y lo que éste le puede ofrecer, son su segunda fortaleza. La tercera, por supuesto, la sensibilidad y lo qué éste hombre percibe parapetado desde su amplio acervo. Podría anotarse un cuarto elemento que viene de su cercana relación con críticos, condiscípulos e intelectuales muy señalados por sus aportes a la comunidad. En otras palabras, su producción es una fusión de intereses cuyos corolarios se trasmutan, en este caso, tridimensionalmente. Eso sí, desde su propias conclusiones y luces.
Pepo Toledo tiene una conciencia clara de lo que conceptúa. De allí su rechazo a las farsas provocadas desde las motivaciones de poder ejercidas por los curadores tiránicos que han intentado dominar el medio con sus desatinos y manipulaciones manidas. Sus manifiestos, todos, lo indican sin miedo y con claridad contundente. Estos son, además, compilaciones de sus ideas y la estructura desde la que ejerce su tarea. Material en donde expresa con fruición su filosofía artística, estudios, hallazgos y disquisiciones.
Es profundo y muchas veces denso. Sin embargo he de decir que como escultor contemporáneo algunas de sus obras podrían caer en el campo de la instalación debido a que modifican, de manera determinante, el espacio que las asume. Este repertorio, por ejemplo, posee dimensiones y cumplimientos variables dependiendo del área dónde se exhiba (exterior o interior). Es importante tenerlo en cuenta, su estatuaria es consecuente a su visión personal.
Esta colección, y las otras en general, son representaciones sintetizadas de ideas que proponen balance singular entre lo estético y lo formal. Son referentes y por ende no pretenden ser una copia de la realidad. El rico procedimiento artesanal de forja y la manipulación del material seleccionado, es sometido a una nueva transformación más trascendente. Como bulto respetan la tridimensionalidad guardando el encanto único que la luz, artificial o no, pueda otorgarles al rebotar contra muros y suelos. De allí es que son escultura en toda la longitud de la palabra.
La serie también posee aspiraciones monumentales. No importa su tamaño; para él es fácil hacerlas crecer para colocarlas en dónde lo entienda pertinente. De allí que las mismas puedan funcionar sobre un tablado teatral, el centro de un museo, una casa o bien un espacio público. Se transforman según el sitio del que se apropien. Estas estatuas son el hoy, y parte, de la realidad chapina debido a que son tomadas como referencia y continuo material de discusión. Pero, más allá de las discusiones locales, hoy son las embajadoras del arte chapín en el extranjero por el camino que han tomado.
Los bosques urbanos de José Toledo, finalmente, contienen en esencia los valores de la disciplina de su tiempo. Son, junto a la labor de otros contados , el punto de partida para los autores emergentes como sujeto de estudio. Pátinas, dimensiones, formas, aportes y otros elementos –entre los que cuentan sus avances en el complicado universo internacional- le otorgan el título de artista de altos vuelos. Es, Toledo, un perito cimentado y apegado a los procesos.
Guillermo Monsanto.
Artista visual y escénico
Curador independiente
Director del Centro de Documentación de
Galería El Attico.