Comunicado Inauguración de la escultura pública “Ángel de la paz” de PepoToledo en los jardines del edificio de OEA, Washington D.C., el 14 de mayo de 2014.
La escultura urbana «Ángel de la paz» del artista guatemalteco José Toledo Ordóñez fue inaugurada el 14 de mayo en el jardín de esculturas de la Organización de Estados Americanos (OEA) en Washington, D.C. por los señores Julio Ligorría, Embajador de Guatemala ante los Estados Unidos de América y Alfonso Quiñónez, Secretario de Relaciones Externas de la OEA.
La ceremonia se llevó a cabo en Constitution Avenue y 18 calle N.W. donde fue instalada la obra, en el jardín significativamente situado entre el Monumento Washington, la Casa Blanca y el Capitolio.
La recepción se efectuó en el AMA/Art Museum of the Americas. La obra pasó a ser parte de la Colección OAS de este museo. En este jardín hay obras de los escultores Edgar Negret de Colombia, Inuksuk de Canadá, Salvador Manzano de México, Marta Minujin de Argentina, Sergio Castillo de Chile, John Castles de Colombia, Pablo Rubio de Puerto Rico, Beatriz Blanco de Venezuela, Charles J. Seplowin de Puerto Rico y Rolando Peña de Venezuela.
La escultura inaugurada es parte de la serie Ángeles de Pepo Toledo que presentó el 27 de septiembre de 2012 en Galería Rozas Botrán en Guatemala para conmemorar un año de la muerte de su entrañable amigo y extraordinario artista guatemalteco Efraín Recinos.
La escultura «Ángel de la paz» fue presentada por los organizadores como un diálogo en el tiempo y la distancia con la Paloma de la paz de Picasso. Los diálogos son frecuentes en la historia del arte. El mismo Picasso dialogó con Velásquez presentando su propia versión de «Las meninas». En 1951 presentó la obra «Masacre en Corea», inspirada en el «Fusilamiento de Moncloa» de Goya y el «Fusilamiento de Maximiliano» de Manet.
Discurso pronunciado por Pepo Toledo
La paz es algo que no agradecemos y no apreciamos hasta que lo perdemos, como muchas otras cosas que Dios nos da. Hoy le doy gracias por esta tarde.
La ausencia de violencia no necesariamente es una paz verdadera. Para los países que emergen de la guerra no hay paz sin perdón. Los conflictos deben ser resueltos construyendo y no destruyendo, avanzando y no retrocediendo, unidos y no en discordia.
Un antiguo refrán dice que el perdón no puede cambiar el pasado pero sí el futuro.
Isaac Newton señaló que “los hombres construimos demasiados muros y no suficientes puentes”.
Es en nuestro interior donde nacen la paz y la guerra.
Es allí donde debemos construir los pilares de la paz y fundar sobre ellos nuestros hogares. El mayor tesoro que podemos tener es un hogar que vive en armonía.
A partir de allí es que podemos crear la paz mundial.
La paz no es una utopía. Es un sueño realizable
Solamente con una actitud positiva podemos fundar la estructura de una paz duradera, basada en la verdad, el amor, la equidad, la justicia, la libertad y la solidaridad
Las sociedades que así lo hacen desarrollan un nivel de tolerancia que les permite enfrentar unidos desastres naturales, económicos y de todo tipo. Cuando la paz florece lo hace también el potencial humano.
Heródoto de Halicarnaso decía que “sólo un tonto puede desear la guerra, y no la paz; pues en la paz los hijos llevan a sus padres a la tumba; en la guerra son los padres que llevan a sus hijos a la tumba”.
“El Ángel de la paz” es una ofrenda de bendición que hago en nombre de Guatemala. Debe llegar a la mayor cantidad posible de ciudades en el mundo.
El primero lo inauguré el 22 de noviembre de 2012 en el Circuito de las naciones en el aeropuerto de la Ciudad de México, D.F.
El segundo lo inauguré en presencia de David Johnston, gobernador General de Canadá, el 6 de diciembre de 2012 en la Plaza de la Concordia en el Archivo Histórico de la Policía Nacional en la ciudad de Guatemala.
El tercero lo entrego hoy a la ciudad de Washington gracias a la hospitalidad de la Organización de Estados Americanos
Para finalizar quiero expresar mi más especial reconocimiento al Embajador Julio Ligorría por esta iniciativa inédita en la historia de la diplomacia bilateral con esta gran nación. El Embajador ciertamente se hace sentir en Washington en muchos ámbitos, como nadie lo ha hecho, pero me alegra mucho que le ponga atención al arte guatemalteco de la manera que hoy demuestra.
Muchas Gracias a todos y que Dios los bendiga
Discurso pronunciado por el embajador Julio Ligorría
Buenas tardes a todos, gracias por acompañarnos en este muy importante evento para todos los guatemaltecos.
Permítanme compartir con ustedes el honor de inaugurar la primer escultura guatemalteca en la capital de los Estados Unidos en la historia de nuestras relaciones bilaterales, pero además compartir la alegría de poderla establecer de manera permanente en esta emblemática avenida “Constitution” y nada menos que en el espacio del Museo de las Américas. Como todos sabemos, este es uno de los sitios que en Washington ha ido reuniendo esculturas de diversas partes del hemisferio, todas representativas de momentos importantes en la historia de los países amigos de esta gran nación.
Hoy se hace presente Guatemala acá en Washington, con el Ángel de la Paz, una obra de arte esculpida por el economista y escultor guatemalteco José Toledo Ordóñez, connotado representante del arte moderno nacional, que en un diálogo con el Ángel de la Paz de Pablo Picasso ha logrado producir esta bella obra que hoy develamos.
Esta inauguración es el resultado de ocho meses de esfuerzo e interés de parte nuestra acá en la capital norteamericana y busca presentar el verdadero rostro de nuestra nación en el siglo 21. Quiero agradecer al Maestro Toledo, Pepo como lo conocemos y lo queremos en Guatemala, por su obra y por su generosidad de donarla y además transportarla a su costo, muy pocos guatemaltecos están dispuestos a dar esa extra milla que Pepo da.
Guatemala es hoy una nación que acepta su pasado, con todos los aciertos y desaciertos que acumula; gestionamos hoy el presente, con entusiasmo, energía y fe, porque estamos seguros de alcanzar un futuro pleno de dignidad, libertad, respeto y paz para todos nosotros, los hijos de Guatemala.
Como algunos de ustedes sabrán. Luego de treinta años de enfrentamiento armado interno, en el contexto de la guerra fría, que protagonizaban EEUU y la antigua Unión Soviética, los grupos insurgentes pro soviéticos confrontados con el ejército nacional de Guatemala que defendía la estabilidad institucional del país, firmaron la paz. El actual Presidente de Guatemala Otto Pérez Molina, fue actor decisivo para que esos acuerdos de paz fueran una realidad. Guatemala y todas las naciones que nos acompañaron en el proceso de negociación por la paz, reconocieron en su momento, el extraordinario aporte que hizo para la paz el entonces General Otro Pérez Molina.
Hoy, casi 18 años después somos un país donde la continua búsqueda de la justicia y la paz es tarea prioritaria para el gobierno y sus ciudadanos. Guatemala enfrenta todos los días el desafío de avanzar en la construcción de su sociedad y en fortalecer los mecanismos que la democracia tiene para que la justicia sea la regla y no la excepción. Es un gran desafío, cuyas tareas no son ni fáciles, ni sencillas, pero con las que el gobierno de Guatemala, en el pasado reciente, el presente y el futuro, siempre estará comprometido.
Sí, desde el ex presidente Vinicio Cerezo, sus sucesores, hasta mi Presidente Otto Pérez, sin excepción han visto la reconstrucción de la institucionalidad como una prioridad, no sin enfrentar todos los obstáculos inconfesables que se les presentaron y esto que expreso hay que saberlo interpretar, pues unos más otros menos han estado comprometidos con en esa agenda, y todos sin excepción algo hicieron.
Es un reto inclaudicable para todos nosotros los guatemaltecos. Más allá de la paz formal, la paz funcional deberá llegar más temprano que tarde a todos los rincones de este pequeño y noble país, que solo espera comprensión, acompañamiento y el entendimiento que su proceso de consolidación institucional debe ser juzgado al tenor de una democracia joven y no con los estándares de una democracia de 100 años.
Hemos escuchado durante mucho tiempo los comentarios sobre nuestra nación, hechos en su mayoría por amigos que tienen la esperanza que los guatemaltecos tengan una mejor vida. Y siempre agradeceremos la buena intención de quienes reclaman una vida digna, plena de valores ciudadanos, para todos los que habitamos en nuestra patria y que a la vez, comprenden nuestra realidad.
Debo confesarles que tras ocho meses en Washington, D.C. el sabor que ha dejado esta ciudad en mi boca sigue siendo agridulce. Dulce pues he encontrado grandes aliados de la democracia, la paz y el desarrollo que han venido a motivar nuestra gestión y quienes han abierto sus puertas a Guatemala en diversos ámbitos y por un sinfín de razones, usualmente sin pedir absolutamente nada a cambio. Sin embargo, y lo digo con cordialidad pero con firmeza, también me he encontrado con quienes siguen viendo a Guatemala dentro del espectro siniestro de los años 70 y 80 y he podido constatar que han sabido incrustar sus ideas en diversos rincones de esta gran capital. Y digo lo anterior con la claridad que ha caracterizado mi gestión, debemos estar claros que es muy difícil pensar Guatemala desde una oficina en Oslo, Paris, Washington o New York.
Guatemala se debe pensar en Guatemala.
Tras esta realización hemos redoblado los esfuerzos para elevar la narrativa de nuestra Guatemala al nivel que nuestra patria y sus ciudadanos merecen. Una discusión donde las propuestas valgan más que las descalificaciones, donde el acompañamiento internacional se acompañe de respeto y reconocimiento de intereses mutuos, donde los señalamientos se funden en datos concretos y adecuados a nuestra realidad y no ha percepciones distorsionadas de una realidad, que si bien no es ideal, dista mucho de lo que fue hace 15 años, hace 30 años y desde luego que hace 40 años.
Guatemala tiene un compromiso irreversible, con la paz, con el respeto a los Derechos Humanos y el bienestar general de sus habitantes, el proceso de construcción de esos objetivos avanza, no sin las dificultades propias del proceso de construcción de una nación. Me alienta todos los días, que dentro de estas dificultades, algunas reales, otras creadas, siempre he encontrado guatemaltecos y no guatemaltecos, pero amigos, comprometidos con trabajar incansablemente para seguir fortaleciendo y engrandeciendo a nuestro gran país. Pueden estar seguros que en este Embajador ustedes tienen a alguien que luchará por los intereses de Guatemala sin cesar, que tenderá puentes de diálogo y cooperación y que no se cansará de decir que representa a una gran nación.
Trabajaremos todos, para lograr esa paz social que magistralmente ha interpretado el maestro escultor José Toledo en El Ángel de la Paz. Esta obra es la interpretación del esfuerzo de todo un país por abrazar la paz como fin último. Es esa paz que incluye la búsqueda del desarrollo con oportunidad para todos, como ya mencioné, en un marco de derechos humanos y ciudadanos. Es, en suma, la constancia de que queremos una nación donde la armonía sustituya al enfrentamiento, y donde el aporte de propios y amigos lejanos desplace a la crítica y la objeción.
Al declarar inaugurada esta obra y manifestarle mi agradecimiento al maestro, José Toledo Ordóñez, quien ha sido muy generoso al donarla a Guatemala y a la ciudad de Washington, extiendo mi reconocimiento al apoyo que recibí del ex embajador guatemalteco ante la Misión de OEA, hoy viceministro de relaciones exteriores Lic. Rodrigo Vielman, a Andrés Navia director del Museo de las Américas, al Lic. Alfonso Quiñonez Secretario Ejecutivo de la OEA, a la Licenciada Libna Bonilla Ministra Consejera de nuestra Embajada, a nuestras agregadas culturales María Eugenia Álvarez y Marta Regina Fisher de Fernández, a mi asistente Roxana Monterroza, con todos ellos hemos construido la carpintería necesaria para llegar a este día donde concluyo el sueño que traje desde que llegue a esta bella ciudad, hace ya ocho meses.
Agradezco también la generosidad de quienes nos han apoyado con la realización de nuestra recepción coctel del día de hoy, Cervecería Centroamericana, S.A con su marca FAMOSA y a CARISAM y Ron Botran, y Marta Regina Fisher de Fernández Hollman.
Muchas gracias a todos ellos por creer en este proyecto de nuestro país y por respaldarnos en el esfuerzo de presentar la verdadera Guatemala en esta hermosa y emblemática ciudad del mundo contemporáneo.
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