Trece Artistas Guatemaltecos

By admin 10 años ago
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Trece artistas guatemaltecos en el Museo Diego Rivera en México.

Desde el año 2011, varios artistas nacionales iniciaron un afortunado periplo por distintos centros culturales de la República Mexicana.  La exposición tiene varias particularidades que incluye algunas presentaciones personales del artista visual José Toledo el cual también ha participado en la colectiva a la que ahora se une el trabajo gráfico de Guillermo Monsanto.

La muestra, por demás sui géneris debido a la naturaleza de los trabajos que la componen, se dio gracias a la invitación e inquietudes de la Embajadora de nuestro país en México Rita Claverie de Sciolli.  Funcionaria que planteó y apoyo decididamente los términos de la realización de la convocatoria a través de su oficina de asuntos culturales.  Despacho, dicho sea de paso, a cargo de la nieta del internacional Carlos Mérida, Cristina Navas M.   De las condiciones quedó exento José –Pepo- Toledo quien al mismo tiempo estaba siendo invitado por otras instituciones a exponer sus esculturas.  Lo que hace vital su participación en estas exposiciones, apoyadas ampliamente por la prensa especializada mexicana, radica en que Toledo decidió compartir muchos de los espacios con sus conciudadanos.

Los enlaces en Guatemala fueron la Fundación Monteforte Toledo y Guillermo Monsanto quien ejerció el papel de comisario-curador  de la muestra en el 2011.  A partir de un cabildeo entre las partes citadas se decidió incluir a Josué Romero, Plinio Villagrán, Erick Menchú, Marlov Barrios, Norman Morales, Mario Santizo (todos del Taller de Gráfica Experimental), Carol de Maselli, Patricia de Valladares (Ambas de colectivo femenino Hecho en Guatemala), Sergio Valenzuela, María Victoria García, Mónica Torrebiarte.  Listado al que se suma Monsanto por invitación expresa de Toledo, para esta exhibición en el Museo Diego Rivera – Anahuacalli y el propio Pepo Toledo.

Bitácora de viaje:

COSTA RICA:José Toledo

09 Junio de 2011: Develación de Escultura Urbana enfrente a Galería Latinoamericana Klaus Steinmetz. Lugar: Escazú, San José de Costa Rica. Título: “Bosque Urbano”.

MEXICO 2011-2012:

08 al 25 de septiembre 2011: Exposición individual “Esculturas peligrosas” de José Toledo en el Museo José Luis Cuevas en el Centro Histórico de México, DF. El evento contó con el respaldo incondicional de la Embajada de la República de Guatemala en México, el Museo José Luis Cuevas, el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la Secretaría de Cultura del Distrito Federal. En la inauguración Pepo Toledo lanzó la propuesta que sustenta su obra bajo el título de “Creacionismo”, a la cual no quiso llamar manifiesto sino un llamado a un nuevo estado de conciencia.

13 octubre al 11 de noviembre 2011: José Toledo y el grupo de artistas visuales

Exposición colectiva “Plástica Contemporánea Guatemalteca – Encuentros y tendencias” en el Centro Cultural OllinYoliztli en México, DF.

18 noviembre 2011 al 19 de enero 2012 (en proceso): Pepo Toledo y artistas invitados.

Exposición colectiva “Plástica Contemporánea Guatemalteca – Encuentros y tendencias” el Museo Jardín Borda en Cuernavaca, Morelos.  Fue a Pepo Toledo a quien en realidad se  invitó a exponer en exclusividad en ese privilegiado espacio pero él lo cedió  para dar lugar a los otros artistas guatemaltecos.

26 de enero 2011 al 26 de febrero 2012. Pepo Toledo, Guillermo Monsanto y los otros artistas invitados.  Exposición colectiva “Plástica Contemporánea Guatemalteca – Encuentros y tendencias” en el Museo Diego Rivera – Anahuacalli.  Acá Toledo participa con gráfica digital y relieves.

09 de febrero al 08 de marzo. Exposición individual “Esculturas peligrosas” de  Pepo Toledo en el Museo de Arte Contemporáneo de Puebla.

16 de marzo al 30 de marzo. Exposición individual “Esculturas peligrosas” de  Pepo Toledo en    Galería del Palacio de Gobierno en Villa Hermosa, Tabasco. La exposición cuenta con el respaldo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA), quien promueve un circuito de la obra de Pepo Toledo por el Sur de México  y otros estados.

De los expositores(Por Luis Humberto Escobar, galería de arte El Attico):

Josué Romero, Plinio Villagrán, Erick Menchú, Marlov Barrios y Norman Morales se han encargado de marcar buena parte del ritmo y forma de las artes visuales de inicio de siglo XXI gracias a una serie de afortunadas y profundas propuestas que vinieron a cuestionar un sistema por demás maneado por curadores e intereses ajenos a las premisas de la creación individual o colectiva.  Como integrantes del grupo La Torana han sabido matizar sus propios intereses en beneficio de ideas comunes que se han materializado, por ejemplo, en ese primer lugar alcanzado en la Bienal de Arte Paiz, murales como El Bestiario o el de La Culebra -mosaicos montados en espacios públicos- o los trabajos itinerantes que han exhibido con éxito por toda Centroamérica.

Individualmente cada uno ha conquistado sus propios espacios creando un imaginario rico y variado en que el entorno inmediato toma nuevas formas para ser observado.  Cada uno de ellos ha buscado en la tradición, en lo cotidiano, en lo chapín y latinoamericano, temas que han replanteado y que a partir de sus reflexiones toman nuevas dimensiones.  Desde allí y a lo largo de poco más de una década, han planteado ideas valiéndose de diferentes recursos entre los que caben la intervención, escultura, pintura, grabado, gráfica digital, instalación y otros medios de expresión para consolidar ideas sólidas.  En espacios como Santo Domingo del Cerro y el Museo Hotel Casa Santo Domingo, por ejemplo, se pueden apreciar multiplicidad de trabajos individuales que relucen entre lo mejor del arte contemporáneo de Guatemala.  En este caso, todos, matizaron sus ideas desde otro espacio colectivo que comparten con Mario Santizo: el taller de Gráfica Experimental.

Mario Santizo es un creador que puede ser considerado como contestatario.  Su trabajo suele ser matizado por una crítica directa al sistema y generalmente está cargado de una ironía refrescante, crítica y directa.  Aunque es poseedor de distintos medios de expresión como el grabado, dibujo y pintura sobre distintos tipos de soporte, su maestría en la manipulación digital ha quedado manifiesta en multiplicidad de trabajos en los que él mismo toma protagonismos diversos.  Santizo debe ser considerado como un ácido observador y crítico de los estatutos predeterminados.  Su trabajo relacionado con los vicios de los servidores de la ley terrestre y Divina –policías y sacerdotes, por ejemplo- proponen ideas que se enfrentan a las farsas que pueden quedar representadas por los falsos representantes de entidades sacralizadas.  Lo mismo se debe apuntar sobre sus reflexiones sobre el amor y la relación de pareja.  Su trabajo no tiene cabida, por lo tanto, en galerías e instituciones convencionales que suelen quedar espantadas con lo superficial a primera vista –desnudos, erecciones, vaginas y otras representaciones de las que se vale para crear su discurso- y que, por lo mismo, pierden de vista la profundidad que habita su trabajo.

Patricia de Valladares y Carol de Maselli han tenido que luchar, junto a las otras integrantes de su colectivo a una discriminación de género que incluso ha rayado en la misoginia.  La razón de que ambas hayan sido entresacadas del resto se debe más a un ejercicio matizado por los requerimientos de espacio de la Embajada que al deseo real de los enlaces en Guatemala.  Esto debido a que el nivel que han alcanzado desde que se organizaron como grupo desde hace más de una década las ha llevado a transitar sobre espacios que han tenido que conquistar con mucho esfuerzo, calidad y garra.

Como les corresponde por generación, les ha tocado bregar con ese múltiple papel que ocupa la vida de la mujer latinoamericana que además de esposa y madre, ama de casa, es profesional y artista.  Sus ideas, su iconografía, por lo tanto poseen una esencia autobiográfica la cual es expresada desde los más altos preceptos estéticos.  No hay drama.  Tampoco recreación.  Es una presunción de su entorno que se traduce como un efecto aunado a una forma de vida.  Por lo mismo los resultados son muy limpios y las representaciones se proponen desde un universo ordenado y consolidados desde colores cálidos.  No se percibe derrotismo o denunciaspanfletarias.  Más bien hay una reivindicación que remarca ese papel multifacético que nutre su imaginación y del cual salen airosamente cada día.  Desde esta perspectiva es que el público se enfrenta a la representación de objetos cotidianos llenos de calidez y hasta cierta nostalgia por lo que representan.  Ambas se manejan, cada una en su línea, dentro de una producción que podría entenderse como individual y universal al mismo tiempo.

Sergio Valenzuela (Valenz, como se le conoce en el círculo artístico) ha desarrollado su trabajo reciente dentro de un ámbito que también podría entenderse como del hogar.  Mesas, sillas, triciclos, escaleras y otros objetos relacionados con una estética que ha personalizado desde un entendimiento muy particular de lo espacial y el color brillante pero monocromo, le han otorgado un espacio muy especial dentro del gusto del público.  Es en esa cotidianidad y la referencia tan inmediata que consigue determinar una psicología que, como él propio artista indica, cuenta historias.  Una especie de Tim Rice pero en brillante y luminoso.

Sus dibujos genéricos, casi gestuales, recorren sus formatos con cierta apariencia descuidada.  En el contraste de pantallas de color eléctrico y su disposición armónica descansa gran parte de un discurso sencillo y fácil de asimilar.  Mismo que entra dentro del inconsciente por pertenecer más a una forma de vida que a ese alejado mundo de los museos y las galerías de arte.  Hay algo de niño en su propuesta, sin embargo no hay que confundirse.  La calidez que emanan sus trabajos surge de su experiencia en el campo de la paternidad, la familia y por ende el amor.  Es allí donde sus metáforas se trasladan al formato sobre el que se esté expresando y desde donde narra cuentos que saben entrar en el imaginario de quien las aprecia.

Desde la perspectiva de la docencia y su contacto con otros artistas, el trabajo de María Victoria García se multiplica y traduce a diversidad de estilos y propuestas.  Un sentimiento de orden técnico académico es el que reviste su trabajo.  Lo que se seleccionó para viajar a México trabaja formas marinas atrapadas desde lo que en el interior de la República ha sido conocido como la vista de pájaro y de hormiga.  En este caso bancos de cardumen que giran circularmente hacia la luz.   Su rango, entonces, puede medirse por las complicaciones con las que resuelve el reto pictórico y la individualidad que es manifiesta respecto al resto de los participantes.

La grabadora Mónica Torrebiarte guarda un rango muy especial dentro de la historia del arte de Guatemala.  Perteneciente a la generación que cierra el siglo XX ha sabido mantener un espacio muy visible por ser de los contados artistas que se han expresado en el campo del grabado xilográfico con éxito.  Sus propuestas, generalmente alcanzadas desde el ámbito del estampado, han encontrado eco tanto en los círculos curatoriales más exigentes como dentro de la actividad galeriística.  Navegando con consistencia por distintos estilos ha sabido proponer tanto desde las expresiones abstractas como las figurativas.  Si bien es cierto que con las Hecho en Guatemala comparte ciertas motivaciones ligadas a su género, con su generación y en la evolución de su carrera, ha encontrado metáforas que la amarran a una conciencia muy particular de lo guatemalteco y su idiosincrasia.

Formada universitariamente en los Estados Unidos, esta artista se dio a la tarea de domeñar un medio que le facilitó el discurso.  Sin ser panfletaria se ha adentrado dentro de la problemática dentro de los roles del hogar y la poética inexistente del repertorio del ama de casa.  En lo abstracto encontró en lo orgánico y la rica flora nacional elementos que recreaban y que al mismo tiempo se perdían en formas difíciles de leer dentro del campo realista.  También pasó por un período entomológico en el que exploro la riqueza de formas que le ofrecían los insectos.  En la actualidad su mirada parece haberse posado en el exterior y una realidad circundante en la cual la armonía se antepone al caos y viceversa.

Monsanto por su lado posee un historial disperso dentro de las artes visuales que va tomando alguna forma de constancia durante las últimas dos décadas.  El propio artista se percibe más como perteneciente al campo de las artes escénicas que a las visuales pero, aun así, ha tenido participaciones notorias que le han llevado a quedar registrado en distintos libros de historia del arte como artista visual.

El trabajo que lleva a México pertenece a una colección gráfica realizada en los talleres de Franja Fotográfica en la Ciudad de Madrid en España en el año 2,008.  Las intervenciones que realizó bajo la supervisión del artista español Juan Carlos Melero son básicamente la fusión de trabajos de maestros de la pintura universal –Goya, Fortuny, Rubens, entre otros- con dibujos gestuales realizados a lápiz sobre papel por él.  El trabajo acá consistió en reparar líneas, crear colores armónicos y dejar jugar la imaginación con las formas intervenidas de los dibujos de Monsanto.  La caja de la que provienen pertenece a una serie más amplia expuesta en el Cantón Exposición de G&T Continental y fue incluida en la muestra por la invitación del a Fundación Monteforte Toledo.

Ya para finalizar hay que hablar de la producción de José Toledo, con más detenimiento, debido a que él es el motor que consolidó el éxito de esta empresa.  Aunque algo de su obra gráfica también se está exhibiendo en este periplo, el peso de la colección recae en sus esculturas y la dimensión que alcanzaron para los curadores de los distintos espacios que ha visitado desde que cerró su exposición: El Paseo de los Museos del Museo Hotel  Casa Santo Domingo y la Escuela Nacional de Artes Plásticas “Rafael Rodríguez Padilla” en 2010 y sus exposiciones en las galerías Ana Lucía Gómez en la Ciudad de Guatemala y la develación Escultura, “Bosque urbano” enfrente a Galería Latinoamericana Klaus Steinmetz en Escazú en Costa Rica en junio del año pasado.

A partir de ese momento, como se puede apreciar en el apartado “bitácora de viaje”, solo fue echar la bola de nieve hacia abajo y que ésta empezara a crecer.  Pero ¿a que se debe este interés por la obra de Pepo Toledo? Uno de sus estudiosos, Guillermo Monsanto, lo atribuye a la sinceridad con la que Toledo ha vertido una forma de pensamiento que no está exenta de sus experiencias de vida.  Para Monsanto el trabajo artístico de este autor es la consecuencia de una serie de componentes cuya sumatoria es la propia vida del artista.

Por su lado, nos cuenta que su ocupación original fue de mecánico automotriz,  De este modo se comenzó a familiarizar con sus materiales de trabajo mucho antes de saber que iba a ser escultor.  Por el otro, siempre fue un amante de la naturaleza y cuando pudo hacer algo por ella trabajó incansablemente por mejorar el estilo de los animales del Parque Zoológico Nacional la Aurora.  Paralelamente y durante un largo trecho comenzó a estudiar la historia del arte universal empapándose con fundamentos, estilos y tendencias.  Se enriqueció produciendo películas y libros de artistas guatemaltecos desde la tribuna de la Fundación Mario Monteforte Toledo.  Es en este proceso que él mismo empieza a estudiar artes visuales y a dar un contenido consecuente a su producto visual.  De un pintor un tanto bucólico pasó a ser un escultor de aire monumental.

Es así como sus esculturas peligrosas, sus bosques, ciudades utópicas y otras expresiones abstractas suman una serie de valores de los que él está bien empapado.  Es también por ello que la aceptación de su obra es casi inmediata a su producción.  En Guatemala no hay muchos escultores que trabajen en esas dimensiones y domeñen los materiales con los que él está acostumbrado a trabajar. Nadie, sin embargo, es profeta en su tierra y tenía que ser Costa Rica y México más sus entidades culturales los que reafirmaran la visión y apoyo iniciales de Casa Santo Domingo.  Lo que sí quedó claro en Guatemala es que su obra no deja indiferente a nadie y que es capaz de despertar pasiones.

Las piezas de Toledo tardarán más de dos años en regresar a Guatemala.  Entre las invitaciones que le están saliendo al paso se encuentran ya los Estados Unidos de Norteamérica y algunas ciudades europeas que aún están por definir. Las obras del resto de expositores regresarán hacia mediados de año.   Tanto Toledo como el resto de artistas están representando al país con lo mejor de sus ideas plásticas.

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