PROTOTIPOS DE LA FANTASÍA
Por Maurizio Colombo 18EN11Si queremos entender y ser introducidos a la presencia de una obra de arte, antes que nada es necesario enfrentarla en su globalidad. ¿Qué impresión trasmite? ¿Cuál es la dinámica efectiva de cada elemento, de los volúmenes y de las sombras? Antes de identificar los elementos unitarios vemos si reciben de la composición global un mensaje. Es fundamental buscar y encontrar un tema central, una llave a la cual cada elemento se refiere. Si existe un sujeto, un tema, es necesario aprender de éste todo lo posible: qué elementos y cuánto de ellos el artista pone en la obra. Nada se puede descuidar. El gusto de definir lo que se ve y entender porqué se ve está en la naturaleza instintiva del hombre
Personalmente tuve la suerte y la oportunidad de ser educado en un sistema y la experiencia avaló el ritual de leer las obras con un método simple y eficaz. Lo comparto con gusto, porque vale la pena la extraordinaria oportunidad, para los que quieren conocer y apreciar más y mejor el nuevo y grande esfuerzo de José Toledo Ordóñez. Pepo para todos, expone sus últimas creaciones de esculturas, Ciudades Utópicas, en los amplios y asépticos espacios de la Galería de Arte Contemporáneo Ana Lucía Gómez, en la Zona 14 de la ciudad capital.
El sistema de leer una obra de arte es simple y funciona como una gramática visual. Hay que saber observar y examinar bajo los siguientes elementos de análisis y lectura: Equilibrio, Configuración en el Espacio, Desarrollo y Dimensión, Dominio del Espacio, Incidencia de la Luz, Color, Textura, Movimiento, Dinámica y por último, pero importantísimo, Expresión.
Hay que hacer una premisa fundamental para entender y apreciar el lenguaje artístico de Pepo Toledo: El arte contemporáneo es antes que nada expresión y no forzadamente representación.
Por lo tanto antes de aprender a ver con una nueva visión, es necesario desaprender a servirnos de los esquemas con los cuales generalmente miramos y observamos. Borrando lo anterior deberíamos hallar en nosotros algo de la esencia propia de la felicidad, espontaneidad y pureza de un niño que juega con los colores y las formas.
Este fue el espíritu que guió mi visita a la Galería Ana Lucía Gómez para apreciar las esculturas de Pepo Toledo, mientras él daba los últimos retoques y brillo a la creación de su visión de artista para la exhibición de Ciudades Utópicas.
Fue una revelación agradable, una sensación de estupor y maravilla inesperada. Pepo, con garbo y modestia, con un lenguaje simple describe el proceso creativo que por supuesto está ligado a la materia, al metal, el cual no es simple trabajarlo y transformarlo. Primero, en una serie de maquetas de conjuntos escultóricos; luego en ampliaciones en escala más grande hasta llegar a dimensiones finales que intimidan por su proporción y grandeza y por cómo imponen la autoridad de sus formas. La sorpresa es ver cómo éstos conjuntos dialogan con la luz según la hora del día, como un juego de magia e ilusión en las superficies que cambian de textura y brillo según la perspectiva de cómo deambulamos alrededor de las obras.
¡La catarsis se cumple! Porque como explica Pepo, el espacio físico no es un elemento extraño a la propuesta artística como destino final de una escultura, sea ésta una plaza, el atrio de un edificio o un museo. Interrogar el espacio e interactuar con él por medio de una escultura, es una manera de leer e interpretar el espacio críticamente e individualizar las peculiaridades. No es únicamente una acción física, sino una experiencia que lleva consigo una historia, una memoria que deviene, depositaria de la imagen. La búsqueda de una mejor calidad del espacio es entonces la búsqueda de una mejor calidad de vida.
Sin saberlo, inconscientemente pero subliminalmente, Pepo anticipa las teorías de un nuevo urbanismo: Construir, crear una escultura que ocupa un espacio, es una acción que trasforma una condición de naturaleza en una condición de cultura. ¡Aún hay más! La magia se cumple cuando dos elementos fundamentales entran en juego, el espacio y la luz. Los volúmenes se comunican a través de la luz como generadora de espacios y gracia. Las esculturas se ofrecen como protagonistas al visitante, pero con el juego del engaño. Porque la sombra se opone a la luz, la cual casi substrayéndose por metamorfosis afirma la otra parte de sí misma, el negativo. Por analogía cultural, hay que mencionar que en algunas lenguas indígenas sudamericanas sombra significa al mismo tiempo alma e imagen – la esencia de la obras de Pepo
Ciudades Utópicas es un recorrido potentemente simbólico, un inventario de hipótesis del imaginario, empezando por los poéticos nombres de cada una de obras: Satélite, Eco Primordial, Cuántica, Expansión, Cósmica, Equinoccio, Nómada, Solsticio, Suspendida y Lunar.
Las Ciudades Utópicas están rigurosamente deshabitadas, pero donde pulsa la vida en su fisicidad. Están sumergidas en una inmovilidad cargada de espera, en una atmósfera metafísica, poética y mitológica. Lo mágico y lo poético de esta exposición es que cada grupo escultórico esconde una historia, un cuento, un secreto, que cada uno puede buscar, leer o interpretar según su imaginación y fantasía. Pura utopía, tal vez. Pepo, coherente con la visión y pensamiento de Thomas More, el autor de la obra literaria Utopía – del griego ou-topos (lugar que no existe) y eu (bien) + topo v (lugar feliz)-, nos libera de los formalismos y tradición para sugerirnos con garbo poético otro camino, otra dimensión: La fantasía pura, la libertad de las artes y la independencia del pensamiento crítico. Es decir, el artista tiene la maravillosa licencia de imaginar y crear sin límites lo que su fantasía y sueños pueden alcanzar e invitarnos a ver el mundo con los ojos inocentes de la infancia.
La energía de las esculturas de Pepo – sin duda alguna hoy el escultor nacional de más trascendencia y proyección universal-, depende de una serie de elementos opuestos: lleno y vacío, positivo y negativo, adentro y afuera, visible y escondido, físico y metafísico, luz y sombra.
Cada escultura es una reflexión de los fragmentos y de la unidad, del orden y del desorden.
Todo se recompone frente a los ojos del espectador, gracias a una continua transformación de la visión según la luz, el punto de observación y la personal percepción.
Metamorfosis: es ésta la llave para apreciar y leer las obras de Pepo. En estas esculturas de un atractivo muy peculiar, el sentido del equilibrio y la falta de gravedad al límite del riesgo son compensados por una incomparable atracción seductiva. Los elementos, las formas, el tótem simulacro de torre urbana, parecen acaso colocados pero es todo lo contrario; el más mínimo de los detalles ha sido estudiado en espacios medidos y calculados. Es el aire que diseña las formas y éstas interpretan la utopía, con un inventario de sólidos que extendiéndose verticalmente abrazan el espacio, como presencia, memoria y gesto de una idea genial: La poética espacial de Pepo.
Como concepto de la mente, resultado de la experiencia humana, el espacio para poder manifestarse debe pasar a través de la existencia, que es antes que todo tiempo y duración.
Las Ciudades Utópicas son entonces prototipo de la fantasía, visiones que se abren hacia el infinito, que lo reenvían a un enlace ideal con el horizonte.
Pepo libera finalmente a la escultura del rol de monumento estático en que la tradición la tenía obligada. Con sus nuevas formas espaciales exprime y define no “un” concepto, sino “el” concepto, de espacio-imagen, testimonio del deseo profundo de transformar las figuras, las formas, de una apariencia a otra, creando nuevos lenguajes expresivos, para una total autonomía del arte y del hombre.