José Toledo Ordóñez (Pepo Toledo)
Biografía en primera persona
Marzo de 2014
Nací en 1951 en la ciudad de Guatemala. Soy casado, con cuatro hijos. Mi pasión por los automóviles me llevó participar en competencias y comenzar mi carrera como técnico automotriz (1974). Modificando autos vino mi primer contacto con la lámina.
Estudiando por las noches me gradué de Licenciado en Economía (Universidad Mariano Gálvez de Guatemala, 1993).
Mi padre, José Toledo Sáenz, siempre nos enseñó a devolverle algo a la patria de lo mucho que nos da. Así nació en mí toda una vocación por hacer trabajo institucional. En 1979 comencé mi primer proyecto, en este caso en el tema ambiental, luchando durante diez años hasta implantar la gasolina sin plomo en toda Centroamérica.
A partir de 1991 trabajé más de dieciséis años dirigiendo Asociación Guatemalteca de Historia Natural. En ese período reconstruimos el Parque Zoológico Nacional La Aurora. Las viejas jaulas o prisiones desaparecieron dando paso a recintos abiertos muy llenos de detalles artísticos donde se replica el hábitat de los animales y se recrea la arquitectura de su lugar de origen.
Surgieron otras ocupaciones tan disímiles como la de Vicepresidente del Instituto Nacional de Energía Eléctrica, Superintendente de Telecomunicaciones y Presidente de la Comisión Nacional de Energía Eléctrica; Presidente del Foro Latinoamericano de Entes Reguladores de Telecomunicaciones (REGULATEL) y Vicepresidente de la Asociación Iberoamericana de Entidades Reguladoras de Energía (ARIAE). Tuve un papel influyente en la apertura de los mercados de Telecomunicaciones y Electricidad de mi país.
Ejercí el periodismo durante nueve años. En el año 2000 me eligieron como Presidente de Fundación Mario Monteforte Toledo. Allí se desarrolló mi amor por el arte.
Pasé muchos años promocionando literatura y arte, produciendo películas documentales y publicando o escribiendo libros de los grandes valores del arte guatemalteco entre otros temas. En ese ambiente entablé amistad con los grandes artistas de mi país. Allí surgieron las tertulias de los jueves, tradición que aún se conserva.
Me considero una persona de carácter fuerte y muy pragmática. Me apasionan los proyectos. Muchos de ellos, técnicamente bien hechos, fracasan porque son planificados desde abajo. Lo primero que hago es tener una visión macro; me “subo al avión” y veo el proyecto desde arriba. Sigue un liderazgo recio pero a la vez cuidando la motivación del recurso humano. Lo más importante es aterrizar. Guatemala es un país sobre diagnosticado. Sabemos qué hacer pero no aterrizamos.
Dios me cambia de oficio cada cierto tiempo lo cual implica un continuo aprendizaje de la vida. Este ir y venir me ha hecho multifacético. Me inquieta la inactividad. Hago fluir el exceso de energía participando en tres o más actividades o proyectos al mismo tiempo. La soledad no me molesta y es en ella cuando más fluyen las ideas; o en las madrugadas.
Mi padre decía que era ateo pero que los Diez Mandamientos eran una cosa muy buena y había que seguirlos. Nos inculcó valores morales muy sólidos. He tenido mucho éxito la mayor parte del tiempo y también he conocido el fracaso. He aprendido a conocer la ley de la siembra y la cosecha. He visto en mi vida una y otra vez cómo el éxito surge al ponerse en las manos de Dios y cómo viene el fracaso cuando nos apartamos de Él. A Dios le debo mi incursión al arte y todas las cosas que tengo y que he hecho, desde las más pequeñas hasta las más significativas.
Siempre he querido poner un grano de arena en cambiar a mi país. El cambio molesta a muchos, sobre todo a los que detentan privilegios y a los que no soportan la verdad. La búsqueda de la libertad y la verdad me hizo blanco de muchos ataques; pero también he tenido grandes satisfacciones. No me arrepiento. Volvería a hacer lo que hice. Estoy acostumbrado a la batalla.
Paralelamente a todas estas actividades formé una colección de arte moderno guatemalteco donde se puede leer toda su historia. Comencé a dibujar y pintar en tiempos libres y a participar en exposiciones colectivas.
No fue sino hasta el año 2010, sin dejar de sentir un poco de egoísmo, que decidí dedicarme a lo mío y dejar explotar la vorágine de ideas que por mucho tiempo llevaba adentro.
Fue una decisión valiente. Todos sabemos que el que expone se expone. Se le atribuye a Goya haber dicho que “El arte es una aventura en un mundo desconocido, que sólo puede ser explorado por quienes están dispuestos asumir riesgos”.
Siguió una pequeña revolución. Los detractores de mi obra no se hicieron esperar. Muchos de ellos, artistas que había apoyado mucho tiempo. No podían comprender cómo un promotor y mecenas de arte se atrevía a invadir el campo propio de los artistas. Alguien dijo que “la crítica es el impuesto que la envidia percibe sobre el mérito”. Me reconfortó mucho leer estos versos de José Martí: “Dicen que triste cosa es no tener amigos, pero más triste es no tener enemigos. Porque quien enemigos no tenga, es señal de que no tiene, ni talento que haga sombra, ni bienes que se le codicien, ni carácter que impresione, ni valor temido, ni honra de la que se murmure, ni ninguna cosa buena que se le envidie”.
Así fue como comencé mi proyecto escultórico.
Mi primera exposición de escultura la realicé en el Hotel Museo Casa Santo Domingo en la Ciudad de Guatemala (julio de 2010). La muestra se dividió en tres series: Bestiario, Bosque urbano y Ciudades utópicas. Esta última fue desarrollada en grande en otra muestra que se llevó a cabo en la Galería Latinoamericana Ana Lucía Gómez en la Ciudad de Guatemala (enero de 2011). Paralelamente hubo otras exposiciones y proyectos. Sugiero visitar mi sitio web www.pepotoledo.com
Se me ha pedido opinar sobre mi propia obra. La crítica es personal y subjetiva pero fundamentada objetivamente en las disciplinas del arte y su historia. Es comprender, valorar, comparar, informar. Se dice que un buen artista debe ser crítico de sí mismo y de su propio trabajo. Auto criticarse tiene un sesgo porque el artista ve la obra desde adentro. La crítica a su vez, trata de posesionarse de la visión del artista. La primera es el artista explicando lo que quiso expresar y la segunda es el crítico explicando lo que cree que ve en el artista y en su obra. Al final la crítica no es más que la continuación de la experiencia que comienza con la obra.
El arte es antes que nada expresión y no forzadamente representación. La expresión y no la técnica es el significado de la obra. Podemos reconocer el estilo en el sentido de una técnica característica, pero al artista lo entendemos por el carácter de sus ideas o la fuerza de sus sentimientos.
Con mi escultura pretendo expresar lo que soy por medio de las tres grandes pasiones de mi vida: los automóviles, los animales y el arte. A la vez, transmitir el amor y respeto que siento por la obra del Creador: la fauna, la flora y el hombre, representadas en las series Bestiario, Bosque Urbano y Ciudades Utópicas respectivamente. Dios nos dio el mundo para señorearlo. Esto significa administrarlo, respetarlo, no dilapidar sus recursos. Mi mensaje va en contra de la destrucción de la naturaleza y la degradación de las relaciones humanas.
Pretendo también poner un grano de arena en esa batalla de formas en constante cambio, en frágil estabilidad y en continua transición hacia nuevas formas: el universo visto en el transcurso del tiempo.
Todo esto, con un estilo diferente; romper paradigmas, romper formatos, expresarse a lo grande. La técnica empleada en mis esculturas es lámina de metal incorporando algunas veces piezas de automóvil; no como chatarra o arte povera sino puestas a valer, como si hubiesen sido fabricadas especialmente para la obra. Busco piezas cinéticas que sugieran ritmos y movimientos.
Reconozco en mis obras influencia del cubismo y del constructivismo llegando muchas veces al abstracto. Trato de representar relaciones simples de formas geométricas, a las cuales según Cézanne pueden ser reducidas todas las formas naturales. Renuncio a la estética de la masa y la reemplazo por la estética de líneas y planos. Privilegio al aire en su eterna competencia con la masa. En algunos casos el movimiento en mis obras fluye evocando a los futuristas de principios del siglo XX.
En la serie Bosque Urbano se aprecia más la influencia del constructivismo. Los volúmenes sugieren abstracciones de plantas con elementos artificiales como gruesos anillos, a manera de punto de contacto con las formas urbanas.
Mis esculturas las considero maquetas ansiosas por crecer, aspirando llegar a dimensiones monumentales para dialogar con la luz del día, interactuar con los espacios urbanos y mejorar la calidad de vida llevando el arte a las calles, como bien lo apuntó el maestro Maurizio Colombo.
La obra de arte al salir a la luz pública se socializa y deja de pertenecer al artista. El maestro Chillida nos hablaba de un espacio interior encerrado en el espacio exterior que vemos y palpamos. El espacio vedado, desconocido, que encierra cada obra y que sólo se puede percibir con los sentidos. Energía prisionera, foco de irradiación. En este sentido me identifico con Chillida. No busco la monumentalidad de las piezas por sus grandes proporciones sino por la energía que contienen y la espiritualidad que emana de ellas.
Los museos en nuestro medio son visitados por muy poca gente. Adentro encontramos letreros de “No tocar” y guardias que constantemente nos llaman la atención cuando en algún arranque de emoción o curiosidad nos acercamos demasiado a una obra.
Nace así mi deseo de hacer arte para las calles, inclusive en lugares donde el público pueda interactuar con las obras e incluso tocarlas: Arte para el pueblo. El arte debe salir de los museos y manifestarse en las calles y plazas.
Cito aquí nuevamente al maestro Maurizio Colombo: “Un error en que se ha incurrido en la política en los últimos años es pensar que la cultura está en otra parte, como si fuera la oposición. Sería muy provechoso para nuestra sociedad que las Instituciones de gobierno tuvieran personas que dediquen a la cultura una atención política, al grado de llenar la política de cultura. El esfuerzo ético de llevar la estética a los ciudadanos es encomiable, de elogiar, apoyar y sobretodo continuar y expandir”.
Mi aspiración de llegar a las calles con mis esculturas fue recompensada en poco tiempo. Estando en proceso mi primera muestra en el Hotel Museo Casa Santo Domingo, mis esculturas El grito y Taurus de la serie Bestiario fueron elegidas por la Dirección de Urbanística de la Municipalidad de Guatemala para la cuadra modelo de la calle peatonal Paseo de la Sexta. Las develamos el 17 de julio de 2010. Esta serie es una denuncia por la destrucción del hábitat de los animales. Tiene su máxima expresión en El grito, un oso polar extendiendo su cuello desesperadamente hacia el cielo.
En la exposición realizada en la Galería Latinoamericana Ana Lucía Gómez develamos la escultura urbana Satélite (20 de enero de 2011). Quedó como un ícono frente a la galería proyectándola hacia la ciudad, al universo y a la vez invitando a entrar.
Nuestras ciudades están asediadas por el tráfico, la contaminación y la delincuencia entre muchos otros males. Colombo también vio en mis Ciudades Utópicas una condena condenan al caos y degrado metropolitano: Ciudades, deshabitadas, quietas pero a la vez desafiando la ley de la gravedad, esperando pacientemente. Son un llamado urgente para sanar las profundas heridas metropolitanas, proponiendo un mundo ideal con el juego de inventar y descubrir.
Mi serie Bosque Urbano por su lado es una condena a la contaminación y la destrucción de la biomasa. Plantas abstractas, heroicos sobrevivientes, cargadas de dinamismo, ritmo, melodía y por qué no decirlo, sensualidad. Esta serie también llega a las calles, en este caso de la ciudad de San José de Costa Rica, representada por la pieza que subtitulamos con el nombre Arbustos haciéndose los interesantes, que también representa un aspecto de las relaciones humanas.
Vistos de lado sugieren danza, cortejo, enamoramiento. Al verlos de frente se tornan agresivos.
Irónica realidad en las relaciones del ser humano. Se pasa del amor a primera vista, que no deja de ser simple atracción, al enamoramiento con el paso del tiempo. Luego viene el desencanto, provocado por situaciones como el costo de convivencia, el revivir el pasado, la falta de perdón y qué no decir de la idealización de la persona, cuya imagen es distorsionada por los clichés de nuestra sociedad. Sigue la aversión y finalmente, sin causa aparente, surge la hostilidad. De allí el refrán “Del amor al odio no hay más que un paso”. Tal vez un mecanismo de defensa contra el dolor y la frustración. Hay quien cree que la indiferencia es aún peor antagonista del amor que el odio. ¿Es posible odiar a alguien que has amado? El amor incondicional, antídoto inefable para la aversión, ¿pertenece al mundo de Ciudades Utópicas? Termino con una frase de F. Heumer: “El amor tiene un poderoso hermano, el odio. Procura no ofender al primero, porque el otro puede matarte”.